CLUB DE MONTAÑA
Por Oscar Puerta
Tocaba volver a empezar, llevaba tiempo planteándomelo pero me daba mucha pereza. Un día de cervezas por Sant Boi llegó Alberto y me dijo: «Me he apuntado a la UT Val d’Arán». Se me iluminaron los ojos aunque no estaba convencido pero pese a todo le dije que me lo pensaría. Y vaya si me lo pensé. Envié varios e-mails a la organización porque necesitaba puntos pero no me contestaban. La distancia y el desnivel eran confusos. En tres páginas en las que se anunciaba ponía cosas diferentes, tanto en distancia, como en desnivel y en hora de cierre. Pregunté a la Federación Internacional y no tenían noticias de los organizadores. ¿Que hago?
Me acabé de decidir en la noche de San Juan, la nit de la revetlla, dónde, cuál lema de los hinchas del Liverpool le dije: «Pide una cama más para Agosto. Voy contigo a Salardú, You’ll never run alone«. Lidia se alegró de que no fuera sólo.
Quedaba un mes escaso, pero ya teníamos entrenamiento en nuestras piernas, aún y así nos pusimos las pilas en este último mes de preparación y entrenamos duro. Nada de fiestas, ni de San Juan, ni Fiestas de Pueblos. Tocaba verano de sacrificio, cambio de rutina y dejar de lado Pitilingorris y amig@s por entrenamiento.
Viernes 5 de Agosto 2016
Llevamos ya varios días con los nervios típicos de antes de la competición y que ya hasta la salida no iban a desaparecer. Salimos temprano de Sant Boi para llegar a la hora de comer. Pasamos por Sort, para pedirle suerte a la Bruixa y poder terminar este nuevo reto. Comimos. Vienen más nervios. Dejamos las cosas en el hotel y vamos a recoger el dorsal a Baqueira. Dorsal en mano y los únicos en manga corta, sentimos el frío del atardecer en el Naut Aran, antes de entrar en el briefing o charla técnica de la carrera.
La charla nos deja más dudas de las que ya teníamos sobre la organización. ¿Dónde nos hemos metido? Ya no hay vuelta atrás. El acabar será más épico. El dorsal no tiene el perfil y en este tipo de carreras es fundamental, lo hecho de menos. Después de cenar preparamos mochilas y copiamos a boli el perfil de una foto del móvil. Nos ayudará.
Sábado 6 de Agosto 2016
Se acercaba la hora. Madrugón. En el hotel nos dejan el desayuno preparado. No están puestas ni las calles. ¡Qué sueño! Desayuno casi con los ojos cerrados. Son las 5:00, lo compartimos con otros 2 corredor@s y sus familias. No hace frío. Vamos hacia la salida caminando los 4: Aina, todavía dormida en el carro, Lidia, Alberto y yo.
Alberto no habla mucho, está nervioso, yo aún dormido intento calmarle. Llegamos a la salida y apenas hay gente, dejamos la bolsa de vida, cogemos agua de la fuente, muy fría. Foto de rigor y hacemos tiempo para pasar el control de material. Silencio. Tensión en el ambiente, hay muchos nervios por ver lo que nos espera y si seremos capaces de terminar. No hay música, ni speaker y entre todos hacemos una cuenta atrás para dar la salida que por lo menos hace que salgamos con una sonrisa y dispuestos a disfrutar lo que podamos. Somos los únicos que vamos sin frontal y seguimos riendo. Risas de nervios.
Ya lo habíamos planeado y quedamos con Lidia en 2 horas para que pueda vernos en Baqueira. Salimos rápido y con la emoción de la competición vamos liberando tensiones. No lo hemos hablado, no hace falta, pero sabemos que salimos juntos y llegaremos juntos también. Mientras cogemos el frontal voy explicando el recorrido a Alberto para irnos distrayendo. El amanecer es una pasada. Pasamos por Unha, Bagergue y al llegar a las pistas de esquí de Baqueira perdemos las marcas. Somos unos cuantos buscando el buen camino. Entre unos cuantos resbalones, de esos que casi nos quedamos sin dientes, seguimos bajando. En parte caíamos por la pendiente llena de hierba que resbalaba mucho pero también por llevar las zapatillas muy gastadas. Menos mal que entre todos los que nos ibamos cayendo encontramos de nuevo el sendero. Vamos tan rápido que llegamos al Pontet de Ruda antes que Lídia. Le avisamos para vernos en el próximo punto.
Ahora toca la primera subida fuerte, así que nos lo tomamos con calma, no tenemos prisa, al llegar arriba hay unos caballos. No está bien marcado y nos perdemos un poco, pero rápidamente volvemos a encontrar cintas y bajamos al embalse d’Aiguamòg. Nos lo estamos pasando tan bien y es tan bonito que cogemos la Go Pro y hacemos unos vídeos de «postureo», aprovechando que aún estamos frescos. Vemos a las chicas, Lídia y Aina nos esperan en el segundo punto de control, Km 20 aproximadamente.
Volvemos a quedar en 2 horas para vernos. Nos adelanta la chica que había desayunado con nosotros y que también se había perdido, pero por lo visto algo más ya que iba por delante de nosotros. Intentamos seguir su ritmo pero va muy fuerte y toca una trialera de bici que nos pone en nuestro sitio. Se marcha.
Avisamos a Lídia porque nos habíamos olvidado dos puntos y no llegaremos en el tiempo previsto. Qué largo se nos hace el llano por la pista desde Arties. Nos volvemos a ver a la hora de comer en Gessa, como si fuera la mitad para la cabeza, quinto punto de control y unos 50Km de carrera, llevamos 9 horas. Son las 15:00. Cambio de ropa y reponer fuerzas para afrontar una de las rampas más duras que nos esperan, tanto por el desnivel como por el calor. Calculamos unas 7 horas para llegar hasta el refugio y cenar a eso de las 22:00. Lídia nos dice que le gustaría ir.
Es más duro de lo que nos esperamos. La fuerte pendiente y el calor nos va mermando pero vamos subiendo y parando para darnos la vuelta y contemplar las vistas espectaculares del Valle y de paso coger aire. Alberto va sufriendo pero no dice nada. Vamos midiendo, parando cuando es necesario y nos vamos animando con el ya típico grito Rokanegras: «y te lo querías perder». Cruzamos un río varias veces y por fin llegamos arriba. Toca una zona que aunque tiene subidas y bajadas no son tan fuertes. Pasamos también por unos lagos preciosos. Hemos hecho bien los deberes, estamos fuertes y tenemos la cabeza bien entrenada aunque se nos hace de noche. Se acabaron las fotos.
En el control 6 nos encontramos con un corredor que no paraba de criticarlo todo, nos lo volveremos a encontrar varias veces y la verdad que nos ayuda el ir hablando de él y lo diferente que somos. Después del control 7 (que tendremos que volver a pasar en el 9), empieza la fuerte pendiente hacia abajo. La bajada es mortal y no podemos correr. Estamos preocupados porque no hay cobertura y no podemos avisar a Lídia, pensamos que puede estar esperando con Aina en el refugio de Honeria. Tardamos algo más de lo previsto y a las 23:15 llegamos a cenar. Nos avisan de que el cierre de control es a las doce de la noche. Alberto se hunde. Está preocupado por Lídia y no las tiene todas para terminar, espera que yo le diga que nos retiramos. Nos preguntan si continuamos y respondo sin dudarlo y para animar a Alberto: «Por supuesto, no sólo continuamos sino que vamos a terminar». Alberto confió en mis palabras y nos pusimos nuevamente en marcha antes del cierre del control. Llevamos más de 17 horas y estaríamos en el km 80 más o menos. Nos daban igual los kilómetros, contábamos puntos de control, sólo faltaban 2 más. Nos quedaba la última subida fortísima.
Cuando ibamos a salir del refugio, casi a la hora del cierre, llegan los últimos corredores en carrera, un grupito de cinco o seis que iban por detrás de nosotros, el resto ha abandonado. De unos 70 inscritos quedaban sólo unos 30. Ahora empezaba la Ultra. Ya lo habíamos hablado. La noche es dura y hay que tener estrategias para superarla. Estuvimos un buen rato en silencio, y apareciste tú, cuando más lo necesitaba me dabas fuerzas. Pensar en ti hacía que me olvidara del cansancio, Alberto también pensaba en sus cosas. Seguía hacia arriba pero sin verlo claro y dijo: «Igual es el momento de desconectar un poco y ponernos música, ¿que opinas?». Estaba totalmente de acuerdo. Necesitábamos canciones, recuerdos para ir más distraídos. De repente me vibra el móvil. Son unas pesetillas de cobrertura que nos dan para avisar a Lídia y decirle por dónde vamos, que todo va bien y que se vaya a dormir que va para largo. Menuda Ultra la suya, de sufrimiento y con Aina para arriba y para abajo. ¡Que trajín!
La subida era interminable, típica de alta montaña con muchas rocas aunque no se veía mucho. Escalones y más escalones. Se nos gastan las pilas y tiramos con las de repuesto. No se ve mucho, levantabamos la mirada y veíamos como una fila de cintas reflectantes se perdía en el infinito. No se veía el fin, y cada vez más arriba. La música nos viene bien, seguimos subiendo con paciencia y vemos que el grupito se va acercando rápidamente.
Al llegar arriba no era fácil seguir el recorrido, pero ya hemos coronado y nos anima. Teníamos que parar continuamente para cambiar la luz del frontal, no por falta de pilas sino por alumbrar más lejos ya que no se veían bien las cintas. Cada vez vamos más lentos pero por lo menos no nos perdemos. De repente nos encontramos un corredor que si que lo estaba y que no habla catalán ni castellano. Llevaba tiempo buscando las cintas y no las veía, desesperado decidió parar, hablando en inglés nos entendemos, y le decimos que venga con nosotros. Cada poco tenemos que seguir parando a buscar cintas, no se ven bien. Llegamos al penúltimo punto de control, el que se repetía. No paramos mucho, lo justo para que lleguen el resto de corredores, nuestro compañero se queda con ellos, nosotros vamos poco a poco. En la primera subida ya nos alcanzan, seguimos un poco su ritmo pero a estas alturas van rápidos para nosotros. Dejamos que se vayan para no quemarnos más. Al poco tiempo nos los encontramos subidos en el tejado de una borda (cabaña/refugio) buscando las cintas, desde abajo nosotros las veíamos bien y bajan para ir todos juntos. Bordeamos un lago precioso y empieza a amanecer de nuevo. El segundo amanecer de la carrera. La luz solar nos da fuerza, justo cuando las de nuestros frontales se estaban apagando. Pasamos por unas minas abandonadas espectaculares, suerte que ya era de día para poderlas disfrutar, hubiera sido una pena de noche no verlo. Esto y saber que sólo nos queda un punto de control nos anima. Empieza la bajada y bajamos más fuertes que los demás que se van quedando. Cada vez está más cerca y cada vez más convencidos de que lo vamos a terminar. Muscularmente, al haber parado tanto, el cuerpo no ha sufrido mucho, ha recuperado y estamos bien, de cabeza mejor porque ya vemos el final. Aunque se nos hace eterna la bajada y da la sensación de que nos están haciendo dar rodeos, una sensación que la hemos tenido en varios puntos del recorrido. Llegamos al último punto de control. Paramos muy poco. Ahora si que sí, lo vemos claro. ¡10 Km a meta!
Nada más salir del control nos juntamos con otro corredor que nos pregunta: «¿Llegaremos?» a lo que le contestamos los dos a la vez, como si estuviera preparado: «Claroooo, para lo que queda…». No se refería a llegar, e insistió de nuevo: «Quiero decir a llegar en hora, el límite eran 28 horas». Alberto había leído en una página 30 y yo 32 en otra. No sabíamos a cuál de los tres hacer caso. Como íbamos más o menos bien, aunque ya cansados, decidimos forzar un poco en la pista para llegar al primer límite por si acaso. El reto era complicado. En llano adelantamos bastante, tiraba de Alberto que iba más tocado. Íbamos calculando el tiempo porque conocía el final. Llegamos al Plà de Beret. Una vaca se está comiendo la bandera y la varilla que tenemos que seguir, menos mal que desde aquí ya no necesitamos seguir las marcas. No podíamos correr mucho, las piernas y el terreno no nos dejaban.
Baqueira. Aviso a Lídia: «En 30 minutos estamos en meta». No puedo con las plantas de los pies, las llevo llenas de ampollas de tantas horas pisando piedras. Alberto se pone delante, sufría pero ahora tiraba de mi, sabe que necesito los puntos y quiere que no nos descalifiquen después de todo el esfuerzo. Se cae de cabeza en la última bajada, tenemos suerte de que no le ha pasado nada. Le insisto que no corra, que no merece la pena forzar más. Bajamos andando, no nos podemos lesionar a falta de tan poco, pero insiste en correr. Entramos en Salardú. Se nos entrecortan las palabras de la emoción al ver que lo hemos conseguido. Ha sido más duro de lo que nos esperábamos. Fuerte abrazo final. Lidia y Aina nos esperan.
Finishers con 28 horas y 2 minutos, para hacer en teoría los 114 Km y casi 8000 metros de desnivel positivo. Una burrada.
Me alegro de haber podido ayudar a que Alberto cumpliera su sueño y le agradezco enormemente que me ayudara ha acercar el mío un poco más. Homenaje especial a Lidia y Aina, las pobres sufrieron nuestros nervios antes, nuestro cansancio en los puntos que nos ibamos viendo durante y nuestra cara de satisfacción al llegar a meta. Y también a toda esa gente que ha estado pendiente sufriendo nuestra locura. GRACIAS
Increíble lo vivido juntos el sufrimiento los momentazos buenos eres una fábrica de compañerismo nunca os lo podré recompensar ni a ti ni a mis 3 tesoros 2 por seguirme en carrera y otra por estar ahí en cada momento os quiero .
Gracias Lidia, Ingrid, Aina y a ti Oskilian sin vosotros nunca lo hubiera hecho. 😍😍